¿Te imaginas una pintura ecológica que hiciese el mismo efecto que las hojas de los árboles de un bosque frondoso?
Natalia Quiroga.
“Pierden el tiempo jugando a videojuegos” es, quizás, una de las frases que más representa la brecha generacional. Si los primeros videojuegos modernos aparecieron en la década de los 60, imagina cuántas veces, cuántos padres, en cuántas generaciones, se ha invocado esta sentencia.
Hace unos años, Miguel Luengo-Oroz le dio un giro de 180º a esta sentencia y creó el primer videojuego destinado a diagnosticar malaria, MalariaSpot, que más tarde se ampliaría a otras enfermedades en la plataforma SpotWarriors, y en la que ya han participado jugando y aprendiendo más de 300.000 personas (muchas de ellas escolares) en 100 países distintos.
La idea de la que partió es muy simple: ¿por qué no aprovechar para algo más que el entretenimiento toda esa inteligencia colectiva que se genera en horas y horas de miles y miles de personas jugando a videojuegos? Mediante un entrenamiento muy sencillo, los juegos de SpotWarriors te enseñan a distinguir parásitos de distintas enfermedades en muestras fotográficas —ya resueltas— para luego ponerte a prueba con otras. Tus errores y los de miles de jugadores se utilizan para entrenan a algoritmos que luego se ponen en dispositivos médicos que ayudan a diagnosticar muestras recibidas en tiempo real y así poder participar del gran reto: gran parte de las enfermedades que afectan a millones de personas en todo el mundo no se pueden tratar porque no se diagnostican a tiempo.
Pero para llegar a esta idea y a este problema clave, Miguel fue antes muchas cosas: asturiano, de familia de matemáticos (su abuela fue la primera catedrática de Matemáticas de la Universidad de Zaragoza), tiene formación antidisciplinar como Ingeniero de Telecomunicaciones, de Minas, en Ciencias Cognitivas, Psicología, Neurociencias y es Doctor en Ingeniería Biomédica.
Miguel ha trabajado tratando de entender cómo forman los organismos sus células y ha intentado hacer que los robots escriban poesía. A partir de toda esa experiencia que le permitió ir transformándose en el científico antidisciplinar que es hoy, llegó un momento en que descubrió que quería dar un paso hacia una dirección concreta: crear un impacto social positivo, directo e inminente.
“En el año 2010 tuve la fortuna de estar unos meses en la NASA, en Silicon Valley, donde pude ver de primera mano las tecnologías que estaban cambiando el mundo y aprender lo que estaba pasando. A raíz de esa estancia decidí que quería tener un impacto real lo antes posible en la vida de las personas, así que en 2011 me uní a Naciones Unidas como el primer científico de datos en el organismo internacional”, explica.
Big Data, tecnología e inteligencia colaborativa.
Los datos son la huella que dejamos con nuestra existencia y son el rastro que nos permite responder a problemas sencillos (buscar una dirección) y que nos puede llevar a resolver problemas tremendamente complejos (luchar contra una enfermedad). Para Miguel, los datos y la tecnología juntos han abierto nuevas ventanas a la esperanza. “El Big Data y la inteligencia artificial nos van a permitir, en los próximos años, aumentar la productividad de tal manera que podamos resolver problemas como la pobreza, la salud o la alimentación. Las oportunidades están ahí y estamos en un momento muy importante”.
Miguel conocía muy bien el terrible impacto que tiene la falta de diagnóstico a la hora de tratar la malaria (había trabajado con diagnósticos de la enfermedad mientras estudiaba en París). Cruzando esa idea con las posibilidades que ofrecen los videojuegos y, sobre todo, su capacidad para mantener a miles de personas jugando frente a una pantalla al mismo tiempo, en 2012 lanzó el primer videojuego colaborativo para identificar parásitos en imágenes y diagnosticar malaria.
“El día que lanzamos el proyecto, las imágenes provenían de un banco de datos de Sudáfrica. Hubo jugadores de más de 100 países diferentes y pudimos demostrar científicamente que 20 personas observando una imagen de microscopio son equivalentes a un experto”, explica. “A raíz de esto empezamos a trabajar en el terreno, a viajar y a colaborar con hospitales. Durante una jornada en Mozambique, hicimos el primer diagnóstico colaborativo en tiempo real de la historia. Utilizamos la imagen de una muestra de sangre que podía tener parásitos de malaria y la subimos a internet. En tiempo real, jugadores de todo el mundo hicieron sus clics en la imagen y devolvimos el resultado agregado: el resultado de la inteligencia colaborativa”.
Una red de microscopios digitales para detectar enfermedades.
Tras el éxito de MalariaSpot, él y su equipo (a lo largo de la entrevista insiste en recordar la absoluta importancia de trabajar en un equipo multidisciplinar y procedente de distintos puntos del mundo) lanzaron en 2020 SpotWarriors, una plataforma con todos juegos y aplicaciones asociados a las diferentes enfermedades.
La idea es también educar a los más jóvenes en el potencial que tiene toda esa inteligencia colectiva que generan en sus horas de videojuegos o, como explica Miguel: “Lo que hay que conseguir es que las mejores mentes de nuestra generación no trabajen para conseguir que la gente haga clics en anuncios, sino que trabajen en transformar ese impacto digital en un impacto real, en cosas que importan”. Solo en este curso han colaborado jugando en la plataforma y en los talleres educativos más de 1.000 niños y niñas en centros escolares.
Miguel y su equipo en SpotLab —el laboratorio que ha desarrollado la plataforma de juegos e imparte los talleres— quieren seguir revolucionando el mundo del diagnóstico de enfermedades. A través de impresión 3D, han diseñado un dispositivo de bajo coste que se acopla al ocular de un microscopio analógico y que permite colocar el teléfono móvil para poder fotografiar las imágenes de las muestras de sangre. “De lo que se trata es de proveer a los médicos de herramientas para transformar los microscopios analógicos en digitales, crear una red de microscopios conectados y desarrollar apps para móvil que ayuden a diagnosticar todas las enfermedades”.